viernes, 31 de octubre de 2008

Algo que sabía: si te gusta tienes que ser el primero en abandonar la habitación.

Saber que puedes llegar a acostarte con otra persona ya es saber demasiado.

También sabes que hay cosas que tu estómago palpitante no te autoriza.

Cuando escuchaba sonar la puerta de hierro de la casa de mis abuelos el corazón se me montaba aterrorizado sobre la garganta, y yo lo contenía de la mejor manera posible pensando que eran pequeñas fatalidades que tenían que ocurrirme porque sí. ¿Por qué? Porque sabía que era demasiado pequeño para preguntar por qué.

Sé que si su tono de voz hubiese sido otro, si hubiese sido mujer en vez de hombre, o más alto, o algún pequeño detalle de los que no se suelen ver yo no estaría aquí. Lo sé.

jueves, 30 de octubre de 2008

Estuve (antaño) tan acostumbrado a renunciar que empecé a temerme.

Palpitaciones de estómago.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Yo también tengo ganas de hacer algo "indecente": saltar los muros del cementerio, por ejemplo.

martes, 28 de octubre de 2008

Zoología


Decimos: voy a la consulta del psiquiatra.
Pero no decimos: voy a la iglesia del cura
como si el cura tuviese un título de propiedad
sobre la iglesia.
Sin embargo, el psiquiatra si mantiene una relación
especial de propiedad respecto del espacio en el que
actúa, del que sí puede llamar suyo.
La consulta del psiquiatra es el lugar en el que el psiquiatra
es psiquiatra, y nada más. Fuera de la consulta, quien fue
psiquiatra es ya un simple individuo, un individuo muy cínico y desengañado
si se quiere (y susceptible de visitar como paciente a otros psiquiatras en su consulta).
La consulta del psiquiatra es el dominio del psiquiatra, pues.

También puede verse como el ecosistema delimitado por cuatro paredes
y dos individuos en el que el psiquiatra es el predador
siempre con gesto desinteresado. La ventaja que tiene el psiquiatra en su consulta
respecto de la presa es evidente con sólo ver que se está en SU consulta. El paciente
que no puede ser apresado es expulsado fuera de la consulta. El psiquiatra-predador
dificilmente reconoce la propia debilidad cuando no puede coger a la presa.
Dificilmente el psiquiatra renuncia a no ser psiquiatra dentro de su dominio. La angustia
del psiquiatra es únicamente dable en el reciento que le deja ser lo que es.
El remedio contra la angustia del depredador son la categoría y el concepto, en la consulta, y aplicados sobre otro.

La consulta es la pequeña capilla del psiquiatra que muy probablemente
haya su fuerza moral en el mundo en no-ser-como-un-cura.
Obtiene su pequeña parcela de fe, y de satisfacción, a costa de reducir
su número de fieles habitual y con éstos
realizar sólamente una liturgia individualizada e hipócrita.
O sea, doblemente reductor.
(No-ser-como-un-cura se traduce: leer fervorosamente a Darwin,
interpretar mecánicamente a Freud, o haber recibido una subvención para investigación
de la Junta de Andalucía).

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viernes, 24 de octubre de 2008

Jacques Lacan




Conferencia de Lovaina, 1972
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Las palabras brotaban de su boca como miríadas de hormiguitas sin jefe en todas direcciones cubriéndola de modo imperceptible con una pelicula invisible que predisponia al encantado ora de un lado, ora de otro.

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"Soy sido siendo": cuando podía compendiar un ciento de cosas en expresiones tan escuetas me sentía un pequeño héroe siendo sido siendo.

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jueves, 23 de octubre de 2008

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Nostalgia - El espíritu sádico, destructor, infantil con el que me ponía a la obra de todo lo que me interesaba. Con una declaración de guerra en la mano, presentarse como enemigo absoluto, mortal, daba resplandor al mundo, hasta la inmundicia más intolerable parecía otra cosa vista de ese modo: ¡una oportunidad de salvación! ¡Ama a tus enemigos, pues, con todas tus fuerzas y encontrarás el camino entre la maleza!

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Da igual la pastilla, los efectos de la pastilla no son temibles, dan igual, son irrelevantes. Lo que importa es lo que significa: arrodillarse delante de otra persona que necesariamente no es mejor que tú. Esta idea, para un filisteo, que además sea el más diligente de los psiquiatras, suena casi a mágico. O a mágico, sin más: ¿cómo alguien puede negarse a recibir la ayuda que tanto necesita?¿es que no le parece evidente a sus propios ojos? ¡Signo inequívoco de enfermedad mental!¡Su familia lo corrobora!

En el fondo de todo late lo siguiente: hace decenios (¿desde que el curanderismo científico empezó a constituirse como disciplina independiente llamándose psiquiatría?) que un extraño miedo a la muerte se instaló dentro del cuerpo médico como un virus. Cualquier síntoma alejado del deber-ser es una imagen mortal intolerable para los ojos de la sociedad y para nosotros mismos como guardianes últimos de sus cuerpos.


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Tres de la madrugada, un hombre sentado en un banco. Delante un escaparate y una pulida pared de mármol. Detrás una calle. Todo a oscuras, excepto las zonas aledañas de las farolas. Detrás del hombre pasan taxis, el camión de la basura, algunos coches y nadie más. Él ve las lucecitas de los taxis, el camión de la basura y nadie más pasar por el escaparate y los mármoles de la pared. Qué asco se da dentro de la caverna.

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martes, 21 de octubre de 2008

No hay nada tan profundo que no deje una isla en su interior.

Hay ríos ridículos.

domingo, 19 de octubre de 2008

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Ruidos de rueda de maleta, en domingo.

Se van y se vienen...

Todo pasa, y todo queda
pero lo nuestro es pasar...

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sábado, 18 de octubre de 2008

flashback

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Ella: ¿y la tuya? ¿cómo fue tu infancia? (pregunta real)
Yo: no sé, creo que sigo en ella, no tengo perspectiva (respuesta imaginada).

La mayoría de respuestas imaginadas que formo posteriormente en mi mente se materializaron antes en un balbuceo ininteligible. Aquello ocurrió hace ocho años. Cuanto más me importa el interlocutor más ininteligible soy.

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viernes, 17 de octubre de 2008

Capitán Ahab

"-Tengo humor para su mandíbula torcida, y para las mandíbulas de la Muerte también, capitán Ahab, si viene por el camino del negocio que seguimos; pero he venido aquí a cazar ballenas, y no para la venganza de mi jefe. ¿Cuántos barriles le dará la venganza, aunque la consiga, capitán Ahab? No le producirá gran cosa en nuestro mercado de Nantucket.
-¡El mercado de Nantucket! ¡Bah! Pero ven más acá, Starbuck: necesitas una capa un poco más profunda. Aunque el dinero haya de ser la medida, hombre, y los contables hayan calculado el globo terráqueo como su gran oficina de contabilidad, rodeándolo de guineas, una por cada tercio de pulgada, entonces, ¡déjame decirte que mi venganza obtendrá un gran premio aquí!
[...]
-¡Venganza contra un animal estúpido -gritó Starbuck-, que le golpeó simplemente por su instinto más ciego! ¡Locura! Irritarse contra una cosa estúpida, capitán Ahab, parece algo blasfemo.
-Pero vuelve a oír otra vez, ¿y esa capa más profunda? Todos los objetos visibles, hombre, son solamente máscaras de cartón piedra. Pero en cada acontecimiento (en el acto vivo, en lo que se hace sin dudar) alguna cosa desconocida, pero que sigue razonando, hace salir las formas de sus rasgos por detrás de la máscara que no razona. Si el hombre ha de golpear, ¡que golpee a través de la máscara! ¿Cómo puede el prisionero llegar fuera sino perforando a través de la pared? Para mí, la ballena blanca es esa pared, que se me ha puesto delante. A veces pienso que no hay nada detrás. Pero basta. Me ocupa, me abruma, la veo con fuerza insultante, fortalecida por una malicia insondable. Esa cosa inescrutable es lo que odio más que nada, y tanto si la ballena blanca es agente, como si es principal, quiero desahogar en ella este odio. No me hables de blasfemia, hombre; golpearía al sol si me insultara. Pues si el sol podía hacerlo, yo podría hacer lo otro, puesto que siempre hay ahí una especie de juego limpio que preside celosamente todas las criaturas. Pero ni siquiera ese juego limpio es mi dueño, hombre. ¿Quién está por encima de mí? La verdad no tiene confines. ¡Aparta tu mirada!, ¡una mirada pasmada es más intolerable que las ojeadas fulminantes del enemigo! Eso, eso; enrojeces y palideces; mi calor te ha hecho fundirte en llamarada de ira. Pero fíjate, Starbuck, lo que se dice acalorado, se desdice a sí mismo. Hay hombres cuyas palabras acaloradas son pequeñas indignidades. No quería irritarte. Déjalo estar."

Moby Dick
Capítulo XXVI - La toldilla
Herman Melville

jueves, 16 de octubre de 2008

Klee


Gold

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Me asombraba de que el mundo existiese. Ahora me asombra que yo siga existiendo (sólo yo).

La manía de ser taxativo con mis cosas. Sólo... sólo... sólo... no puedo decir nada si no puedo meter en la frase un "sólo".

El Frente está en Berlín. ¿El yo es un búnker?
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miércoles, 15 de octubre de 2008

Msn

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"Todas las distancias, en el tiempo y en el espacio, se encogen. A aquellos lugares para llegar a los cuales el hombre se pasaba semanas o meses viajando se llega ahora en avión en una noche. Aquello de lo que el hombre antes no se enteraba más que pasados unos años, o no se enteraba nunca, lo sabe ahora por la radio, todas las horas, en una abrir y cerrar de ojos. El germinar y el crecimiento de las plantas, algo que permanecía oculto a lo largo de las estaciones, lo muestra ahora el cine a todo el mundo en un minuto. Los lugares lejanos de las más antiguas culturas, los muestra el cine como si estuvieran presentes ahora mismo en medio del tráfico urbano de nuestros días. El cine, además, da testimonio de lo que muestra haciéndonos ver al mismo tiempo los aparatos que lo captan y el hombre que se sirve de ellos en este trabajo. La cima de esta supresión de toda posibilidad de lejanía la alcanza la televisión, que pronto recorrerá dominará el ensamblaje entero y el trasiego de las comunicaciones.
El ser humano recorre los más largos trechos en el más breve tiempo. Deja atrás las más largas distancias y, de este modo, pone ante sí, a una distancia mínima, la totalidad de las cosas.
Ahora bien, esta apresurada supresión de las distancias no trae ninguna cercanía; porque la cercanía no consiste en la pequeñez de la distancia. Lo que, desde el punto de vista del trecho que nos separa de ello, se encuentra a una distancia mínima de nosotros —por la imagen que nos proporciona el cine, por el sonido que nos transmite la radio— puede estar lejos de nosotros. Lo que, desde el punto de vista del trecho que nos separa de ello, está a una distancia inabarcable puede estar muy cerca de nosotros. Una distancia pequeña no es ya cercanía.
¿Qué es la cercanía cuando, pese a la reducción de los más largos trechos a las más cortas distancias, sigue estando ausente? ¿Qué es la cercanía si la infatigable supresión de las distancias la ha llegado incluso a descartar? ¿Qué es la cercanía cuando, con su ausencia, permanece también ausente la lejanía?"


La cosa, en Conferencias y artículos
Martin Heidegger
(1951)

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martes, 14 de octubre de 2008

Ego XIV

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Mientras los demás se volvían audaces y valientes resultado del amor yo resultaba más y cada vez más apocado.
Mientras los demás se desvelaban cada vez más irreverentes y mostraban sus miserias impúdicamente, mi pudor se hizo orgullo, y mi orgullo como una segunda naturaleza.
Mi silencio y mi soledad eran un pequeño golpe de autoridad sobre el sexo femenino que no tenia ningún alcance, más que el de contemplar el brillo de sus zapatos y retener la imagen de su rostro durante algunos dias.
Ella pensarian probablemente que yo era un sesudo estudiante de no sabía exactamente qué. Reconozco que a veces uno se ponía a estudiar igual que si le estuviesen mirando.
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domingo, 12 de octubre de 2008

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¿Es que no ha quedado claro que soy un don nadie, un sin futuro, al que lo único que le puede importar ya es el cuerpo de otra persona? ¿Cómo, cuántas veces, he de decirlo de un modo o de otro?

Para estar a gusto con otro antes me deben importar un par de cosas antes que ese otro, y esas cosas se esfumaron. Punto.

Y tambien estoy harto de que me consideren más alto de lo que soy. ¡Soy bajito, bajito, bajito!

Ni un guerrero ni el guía de nadie.

Y punto.

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sábado, 11 de octubre de 2008

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Ana, la de las manos doradas, tenía una relación peculiar con su propio cuerpo. Cuando encogía sus piernas sobre la silla paraceía una niña de 15 años. Pero cuando se levantó aquella tarde a bailar con la camiseta del pijama anudada al ombligo parecía una vieja chocha decadente -¡qué imagen horripilante!-. Es decir, cuando estaba sentada y recogida tenía 15, pero cuando se ponía a bailar su edad se expandía (y se expandía y se expandía) y ella parecía tener 300 o 400 años. Vertiginoso. Hubiese sido interesante comprobar la edad de la bella Ana en otras situaciones. Por ejemplo la edad de Ana cuando iba al water, o la edad de Ana hablando con su psiquiatra. O la edad de Ana negándose a tomar la medicación, o la edad de Ana medio loca porque los guardias jurados quieren atarla a la cama (éstas dos últimas situaciones no se dieron nunca).

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viernes, 10 de octubre de 2008

tijeras afiladas


Si una vez hubo una nalga mística, cuyo ideal abandonamos tiempo ha, y un grillo ascético, cuya máscara nos pusimos complacientes representando al cantor que canta porque sí, nos es necesario, se impone por fuerza, sacar a relucir a la tercera persona de esta Santísima Trinidad: las tijeras afiladas.

Las tijeras afiladas se componen de dos hojas, dos ojos, y un alma. El alma de las tijeras afiladas está en el punto de intersección de ambas hojas. El punto de intersección de unas tijeras es aquel lugar inhóspito al que todos queremos volver.

La tijera es ambigua, en sí, y por su decir. La prueba que demuestra su ser es que nadie sabe si decir "tijera" o "tijeras", sin son una o varias, o múltiples en una.

Todos los que conocen la precariedad del filo de una espada aman la doblez de las tijeras afiladas. En las tijeras afiladas las guerras son de otro tipo. Las trincheras se hacen de silencio. La frontera es un filo: ¡shhhhhhhhhhhh! Abanicos riesgosos.

La visión de unas tijeras es inversamente proporcional a la apertura de sus hojas. Ninguna tijera afilada, y ninguna tijera en general, es ni puede ser bizca. Mientras se abre y se cierra el alma permanece idéntica a sí misma.

Los más viejos, los que estuvieron siempre más cerca del costurero, es decir, los que retuvieron junto a sí celosamente la vaina de las espadas siempre, y lucharon en todas las no-guerras desatadas frente al espejo, sólo saben decir dos cosas: una, que el alma de las tijeras afiladas nunca fue afilada ni cortante ni nada por el estilo; otra, que existen libros que al ser rajados sangran. Se niegan a hablar más.

A veces, el alma de las tijeras afiladas se asemeja a otras cosas parecidas. Otras veces no. Las tijeras nunca serán nada concreto mientras hayan manos que se nieguen a manipularlas. Se asemejan al abanico, no a un diamante.

Las tijeras afiladas se abren y se cierran. Son y no son. Abanicos.

Las tijeras vulgares son palanca. Las tijeras afiladas, además, desean serlo. Y no desean serlo. Abanicos.

En resumen, el alma de las tijeras es lo que comúnmente se llama una fuerza de la naturaleza.

Por tanto, apunten siempre su intención hacia el lugar del alma de las tijeras afiladas. Si yerran el disparo o sus dedos les traicionan las tijeras afiladas no tendrán compasión de ustedes. Y los ojos serán testigos de su desengaño, y la vergüenza será infinita.

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jueves, 9 de octubre de 2008

tormenta en la mañana de la vida



la buena vida

Cuando tenía 15 años sabía que tenía 15 años.
Tarareaba compulsivamente esa canción.

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"La Naturaleza gusta de abanicarse."

Mujer con abanico, de Gustav Klimt.

"Llamamos la tierra aquello a lo que la obra se retrae y a lo que hace sobresalir en este retraerse. Ella es lo que encubre haciendo sobresalir. La tierra es el empuje infatigable que no tiende a nada. El hombre histórico funda sobre la tierra su morada en el mundo. Al establecer la obra un mundo, hace la tierra. El hacer está entendido aquí en sentido estricto. La obra hace a la tierra adelantarse en la patencia de un mundo y mantenerse en ella. La obra hace a la tierra ser una tierra.
Pero ¿por qué esta hechura de la tierra debe aconteceren el modo de retraerse la obra a ella? ¿Qué es la tierra que de este modo logra su desocultación? La piedra pesa y denuncia su pesantez. Pero mientras que ésta nos pesa, rechaza, a la vez, toda penetración a su intimidad. Si lo intentamos, quebrando la roca, jamás mostrará en sus pedazos algo interior y manifiesto. Luego se ha retraído la piedra otra vez a lo sordo de la pesantez y lo macizo de sus pedazos. Si pretendemos captar la pesantez por otros caminos, poniendo la piedra en la balanza, entonces reducimos su densidad a la cuenta de un peso. Esta determinación de la piedra, quizá muy exacta, queda como un número, pero la pesantez se nos ha escapado. El color luce y sólo quiere lucir. Si queremos entenderlo descomponiéndolo en un número de vibraciones, desaparece. Sólo se muestra mientras permanece sin descubrir ni aclarar. La tierra hace que toda penetración a su interior se estrelle contra ella. Convierte la impertinencia del cálculo en destrucción. Aunque esto tenga la apariencia de dominio y de progreso, bajo la forma de objetivación técnico-científica de la naturaleza, tal dominio resulta una impotencia del querer. La tierra sólo se abre e ilumina como es ella misma allí donde se preserva y se conserva como esencialmente infranqueable, retrocediendo ante cada descubrimiento, es decir, que siempre se mantiene cerrada. Todas las cosas de la tierra, ella misma en su totalidad, fluyen en una armonía alternativa. Pero este confluir no es desaparecer. Corre aquí la corriente, de suyo mansa, del deslindar, que deslinda cada ente presente en su presencia. Así hay en cada cosa que se cierra el mismo no-conocerse a sí. La tierra es lo que tiene por esencia el ocultarse a sí misma. Hacer la tierra quiere decir: hacerla patente como ocuítante de ella misma."

El origen de la obra de arte
Martin Heidegger

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miércoles, 8 de octubre de 2008

Perdóname, mamaíta, tú que me odias y me amas.

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En la vida de la calle mi señora madre desprecia a personas como yo. Pero una de esas personas terminó siendo su hijo (o ya estaba determinado en parte que fuese así) y de lo que no se dio cuenta es que, entre otras razones, ella misma se preocupó mucho de su educación. Así pues, la compadezco por haberla hecho vivir en esta situación esquizofrénica y desagradabilísima durante casi veinte años. Perdóname, mamaíta. Soy un ingrato.

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¿Qué es coquetear? Sólo prometerlo.

Esta pregunta suele venirme a la cabeza cuando paso por la calle X, una calle comercial.

stand in my way


Micah P. Hinson

one two three
two two three
it's not what you said
it's just how you said it to me
it's not what you said
it's just how you said it to me
could you stand in my way
it's not what you did
it's just how you did it to me
it's not what you did
it's just how you did it to me
could you stand
could you stand in my way
could you stand
could you stand
could you stand in my way

Escalera


la
escalera
ni
sube
ni
baja
es
una
escalera
¿que
por
qué
lo
digo
en
verso?
porque
me
da
la
gana

martes, 7 de octubre de 2008

Chantaje cartesiano

La mayoría de clases eran un chantaje. Había que ir a ellas sólo para saber qué se explicaba de cara a un examen, (porque los programas de la asignatura los obviaban descaradamente) como si el profesor fuese más importante que Descartes. Y lo peor es que sospechaba muy seriamente, todos lo hacían, incluso el profesorado, que la culpa era del propio Descartes.


(La culpa consistía en algo así como separar la cosa de la representación de la cosa y tomar a ésta por la cosa misma de modo que el resultado era la sensación de estar viviendo en un mundo geometrizado y lleno de conceptos, todo muy abstracto, y muy negro, y blah, blah, blah...)

lunes, 6 de octubre de 2008

Qué triste tener que recurrir a Fromm...

"Es más fácil comprender el egoísmo comparándolo con la ávida preocupación por los demás, como la que encontramos, por ejemplo, en una madre sobreprotectora. Si bien ella cree conscientemente que ella es en extremo cariñosa con su hijo, en realidad tiene una hostilidad hondamente reprimida contra el objeto de sus preocupaciones. Sus cuidados exagerados no obedecen a un amor excesivo al niño, sino a que debe compensar su total incapacidad de amarlo.
[...]
La naturaleza de esa generosidad se torna particularmente evidente en su efecto sobre los demás y, con mucha frecuencia en nuestra cultura, en el efecto que la madre "generosa" ejerce sobre sus hijos. Ella cree que, a través de su generosidad, sus hijos experimentarán lo que significa ser amado y aprenderán, a su vez, a amar. Si embargo, el efecto de su generosidad no corresponde en absoluto a sus expectaciones. Los niños no demuestran la felicidad de personas convencidas de que se los ama; están angustiados, tensos, temerosos de la desaprobación de la madre y ansiosos de responder a sus expectativas. Habitualmente, se sienten afectados por la oculta hostilidad de la madre contra la vida, que sienten, pero sin percibirla con claridad, y, eventualmente, se empapan de ella. En conjunto, el efecto producido por la madre "generosa" no es demasiado diferente del que ejerce la madre egoísta, y aun puede resultar más nefasto, puesto que la generosidad de la madre impide que los niños la critiquen. Se los coloca bajo la obligación de no desilusionarla; se les enseña, bajo la máscara de la virtud, a no gustar de la vida."

Erich Fromm
El arte de amar

sábado, 4 de octubre de 2008

Ni más ni menos.

Cuando un psiquiatra te dice sin recato a tu puta cara de enfermo mental que el hombre es social por naturaleza lo que te está diciendo es que él es el guardador de la esencia de la sociedad, el que se preocupa de tu socialidad, ni mas ni menos.
No me atrevería a llamar "guapa" o "bella" a una mujer si antes no la he tratado de usted.

hit me



the sounds

jueves, 2 de octubre de 2008

Necesito que alguien me grite en la cara: ¡torpe, torpe, torpe!

miércoles, 1 de octubre de 2008

Arrancad una planta del suelo y ved sus raíces colgando: ¿no os parece una imagen patética?

Menudencias de Su Majestad Imperial.

Su Majestad Imperial habla tanto en soledad, y de manera tan deliciosa, que se lamenta que no hayan magnetofones en cada una de las estancias por las que pasa y en algunas calles oscuras por las que de incógnito transita de noche, porque probablemente tendría material suficiente para comenzar sus memorias: El Memorial de Santa Frígida, que le darían fama eterna y gloria inmortal.

De 25 de abril de 2008, egoísmo puro...

Joseph Fouché

Incapaz de mantener una convicción. Líquido. Agua.
Admiré a Fouché y Talleyrand no por su humedad.
Los amé en secreto por ser Agua, Tierra, Aire y Fuego
sin mojarse, sin mancharse, sin volar, sin quemarse,
a la vez, continuamente, en círculo, volando.
A algunos hombres sólo se les puede amar en secreto
y ellos sentirse amados sin gestos que lo indiquen.
Nadie sensato se atreve a escribir en el agua.
Olvidé extrañar el fuego y la tierra.
Hoy soy agua eterna.
Líquido. Agua.
No sé.