domingo, 25 de enero de 2009

Catorce tomos de la Larousse apilados perfectamente uno encima del otro han perdido su primitiva función. Ahora sirven de asiento a mi culo cansado y rechinan cuando lo acomodo sobre ellos. No sé si mi antiguo yo se avergonzaría o le parecería una pequeña bizarría disculpable y simpática.

No hay comentarios: