jueves, 20 de diciembre de 2007

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Désnudate. Ponte frente al espejo. Quítate los pendientes. Deja caer la falda. Lanza los zapatos al suelo. Y estira las medias, y que vuelen libres en medio de la habitación. Desnúdate hasta quedar sola. Pero el pintalabios no. El pintalabios no. No soportaría tocarte si no hay una lámina de artificio entre tú y yo.
Y tampoco olvidemos nuestros nombres, tampoco. Tengo que amar más mi nombre que cualquier boca que lo pronuncie. No lo hagas.


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Decreto Imperial de Su Majestad Napoleón Lasagabaster, de 20 de diciembre de 2007.


Yo, Napoleón Lasagabaster, Emperador del Cielo, la Tierra y las entrañas de la Tierra, de los cuerpos errantes y las estrellas, de los mares y las mareas, de las hormigas, las cucarachas, del perro, del águilla y el caimán, de los libros viejos y de los nuevos, de los pensamientos puros y los impuros, y de los versos huérfanos de poeta, en virtud de la potestad otorgada por las armas y el Viento DECRETO:

ARTÍCULO ÚNICO: que desde este mismo momento, una vez promulgada esta disposición, todos mis súbditos se dividan en dos clases de hombres: los que huelen a nuevo y los hombres que huelen a viejo y asfixia.
Tomen todos los censores imperiales las medidas y dicten las disposiciones necesarias para hacer cumplir esta última prescripción de Su Emperador. Va nuestra mediocre existencia en ello.

Que así sea, y así se cumpla.

Isla de Santa Elena, a 20 de diciembre de 2007

1 comentario:

Lorena dijo...

Como diga señor emperador