martes, 4 de diciembre de 2007

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¿Por qué mirar al piano con desconfianza si no somos pianistas?
¿Por qué la maroma de la nave rechina mientra suena el acordeón?
¿Por qué vuelvo a poner esa canción una y otra vez?
¿Por qué reverberan las notas del instrumento entre mis oídos?
¿Por qué todo va in crescendo?
¿Por qué estoy sentado aquí sin contar los días que quedan para volver a empezar?
¿Por qué los dedos de la manos quedan quietos sobre el teclado?
¿Por qué la musica insiste en acompañarme?
¿Por qué no suena ya nada más que la música?
¿Por qué vuelvo a escuchar ese acordeón?
¿Por qué no recuerdo que unas canciones suceden a otras?
¿Por qué me apeno al rememorar que todo es un manto de teclas blancas y negras?
¿Por qué si las maromas de la nave rechinan otra vez yo no siento la náusea del viaje?
¿Por qué unas notas suenan más que otras y otras sólo acompañan?
¿Por qué la teclas son de marfil entonces y las palabras de tinta?
¿Por qué se callan ahora?
¿Por qué no me dicen adonde se dirige ese barco?
¿Por qué espero yo si ni siquiera siento la brisa del mar en la cara?
¿Por qué miramos con desconfianza ese acordeón si ya no podemos tocarlo?


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2 comentarios:

laveron dijo...

Demasiadas preguntas...¿no te parece?

Napoleón Lasagabaster dijo...

Dime la cantidad exacta.