jueves, 28 de febrero de 2008

Empecé a despreciar los periódicos porque sentía la obligación de leerlos enteros, con todas sus páginas y pies de foto. Agobiante. Después los odié cuando me di cuenta que eran una panda de dilentantes nefastos. Aprendí a guardar silencio y no ser "periodista", o jornalero, como los llamaba Schopenhauer.

(hasta que llegó el blog)

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