viernes, 7 de marzo de 2008

Durante un día amé a Antonio López

Fotografía de "Gran Vía de Madrid", Antonio López

Un cuadro de Antonio López se presenta como lo que es cuando es observado in situ.
Un cuadro de Antonio López deja de ser cuadro si se lo fotografía. Entonces, de manera extraña, se transforma en camaleón, se confunde con su propia imagen, y se disipa.
Un cuadro hiperrealista de Antonio López no admite comuniones con cámaras fotográficas. Únicamente con el espectador indiferente. Ni siquiera con el autor, que una vez que da el último brochazo se oscurece como pintor para devenir mero espectador.

Odia las intermediciones, es ingrato, no transige.

Y en esto veo yo la grandeza del hiperrealismo.

Incluso obras literarias que habitualmente pasan por verídicas y reales a los ojos del profano no son más que un cuadro hiperrealista si se las mira de cerca, directamente, en vivo. Sin fotografía.


(-Ilusión en Antonio López: imitar la realidad como fotografía.
Ilusión en la realidad: verla como una imitación de Antonio López.
Antonio López es el Creador. -)
Nota de 18.10.05

4 comentarios:

Lorena dijo...

hay que ver lo que dice Baudrillard sobre loa hiperrealidad. Segun el es uno de los sintomas que delatan la desaparicion del arte (que es distinta a la muerte del arte, proclamada por como se llama ese tipo que todos citan, ah si Heiddeger).

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Napoleón Lasagabaster dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Napoleón Lasagabaster dijo...

(acababa de escribir un comentario precioso y blogger dio error y me lo borró)

En resumen decía algo asi:

La cultura ya no existe.

El hombre culto es el que vive como uno en el mundo en el que pasa el tiempo.

Por eso mis abuelos son más cultos que yo, que no quiere decir mejores.

El modo más cercano al arte para el hombre moderno es el estado de enamoramiento. Entonces aquí te preguntaba si habías leído el Hiperión de Hölderlin.

Y terminaba diciendo que no me hicieses mucho caso porque ya sólo soy una conclusión sin sus premisas.

Más o menos era esto.

Todo viene porque de pequeño, al final del libro de sociales, siempre me encontraba con una fotografía de la Gran Vía de Madrid pero nunca leí el pie de foto. Para mi sorpresa resultó ser un cuadro, de Antonio López. La impresión aún persiste en mi memoria. Heidegger, lo poco que sé de él, hizo acto de presencia mucho después.