jueves, 13 de noviembre de 2008

¡¡¡Qué duro!!!

"Para las madres es importante poder llevar a sus hijos al médico cuando se sienten algo deprimidas.

[...]

Otra madre me trae a su hijita, por motivos que no resultan muy claros; casi se diría que los síntomas que me describe dependen de la sala del hospital que haya elegido. Si se tratara de un otorrinolaringólogo le preguntaría si es necesario operar a la niña de las amígdalas; si fuera un oculista, querría saber si la pequeña ve bien. Puede anticiparse a las expectativas de un médico y describir cualquier síntoma que parezca interesarle. Gracias a que logro redactar una cuidadosa historia clínica, la madre puede darse cuenta de sus propias fluctuaciones en lo que respecta a su actitud para con la niña y comprobar que, en general, su hija se desarrolla bien a pesar de las preocupaciones que experimenta cada tanto con respecto a ella. En realidad, la niña presenta algunos síntomas, que incluyen una cierta pérdida del apetito.
En este caso, decido que mi tarea consiste en decir a la madre algo parecido a esto: "Hizo usted muy bien en traerme a la niña cuando empezó a preocuparse por ella; para eso estamos. En mi opinión, la niña se encuentra muy sana en este momento, y estoy dispuesto a reconsiderar mi opinión la semana que viene o cuando usted quiera volver".
Aquí la madre ha recibido la reaseguración que necesita gracias a que he examinado a la niña y he tomado en serio todos sus comentarios. Le resulta difícil creer que la niña está bien, pero quizás mañana habrá olvidado su ansiedad. Sería totalmente absurdo que un médico le dijera a una madre de este tipo que está haciendo un alboroto por nada, sobre todo cuando ello es absolutamente cierto."

Los efectos de la enfermedad depresiva
en ambos progenitores o en uno de ellos

Donald Winnicott
(1958)

No hay comentarios: