jueves, 13 de noviembre de 2008

Ya que es el primer día en el diván le haré una pequeña confesión, si me lo permite, una confesión de paciente a médico: me encuentro a gusto dándole latigazos, doctor.
-¿Por qué?
-Porque no tengo que pensar, o no siento la necesidad de caerle bien. ¿Comprende, querido doctor? Puedo llegar a estar solo junto a usted sin percatarme de su presencia.

No hay comentarios: