domingo, 11 de mayo de 2008

Toman la palabra los «impersonales». «Nada nos resulta más fácil que ser prudentes, sufridos, superiores. Destilamos el óleo de la indulgencia y de la simpatía; somos justos hasta el absurdo, todo lo perdonamos.
Precisamente por eso deberíamos ser un poco más severos con nosotros mismos, precisamente por eso deberíamos alimentar de cuando en cuando una pasioncilla, un pequeño vicio pasional. Quizás esto nos resulte amargo, y tal vez nos riamos entre nosotros del aspecto que ofrecemos con ello. Pero ¡qué remedio! Ya no nos queda ninguna otra forma de autosuperarnos: en esto consiste nuestro ascetismo, nuestra forma de hacer penitencia...» Hacerse personal constituye la virtud del «impersonal».

Friedrich Nietzsche
El crepúsculo de los ídolos

No hay comentarios: