viernes, 26 de septiembre de 2008

Ella dice: ...


"Los fuertes no son libres por temor a herir a los demás" (paráfrasis).
Esta frase la define, la usa casi como una categoría kantiana que rigiera los destinos de los hombres y la naturaleza.

Yo creo que también pensaba en los mismos términos de manera muy difusa, de hecho creo que a vista de un psicólogo nuestros caracteres serían muy parecidos.

¿Pero por que yo no llegué a tematizarlo en mi mente como ella?

Creo que, probablemente, porque aquellos sujetos a los que ella dice que teme herir, son más determinados e inmediatos que los que yo podía pensar. Ella podía pensar que el herido fuera su padre, o su madre, o su hermana, etc. Las personas en las que yo pensaba eran mas indeterminados, más difusos. Podría ver a alguien de la calle y tomarlo como ejemplo de un comportamiento típico, convertirlo en categoría, en símbolo, podría proyectarlo sobre otros sujetos más determinados, y determinarlos a su vez. Y por eso creo que en mi pensamiento estaba obligado, no a preguntarse directamente sobre la debilidad o fortaleza en general, sino a hacerse otras preguntas, a pensar velozmente:¿cómo puede ser aquél que se parezca a mi? y de ahi, necesariamente a: ¿quién soy yo?

El temor a herir es tanto como a ser herido. No temía a individuos, individuos como tales, sino a seres alienados, abdicantes de su peculiaridad en favor de una idea consoladora. Se necesitan ojos de solitario para ver esto, y no temer a la sensación de desierto.

No había fuertes o debíles, sino los que son y los que no son.

Nunca eludí la pregunta, sino que conseguí comprenderla dentro de preguntas más potentes, que ya formuladas, son la seguridad en sí mismo.

Me discipliné hacia un sentido, apunté mis capacidades a un único punto. Además de que yo nunca temí a la soledad, ella sí.

O porque viviese tan desasido del mundo que pensar conscientemente en fuerte-débil hubiese sido demoledor para mí. ¿Y si todo pendiese de un hilo y por un instante de descuido dudase de mí mismo? ¡Esto es lo que ocurrió! ¡todo se vino abajo!

¡el interruptor!
¡el interruptor!
¡el interruptor!
...

4 comentarios:

Napoleón Lasagabaster dijo...

¿Qué ibas a decir?

Anónimo dijo...

¿Lo entendiste ya?

Napoleón Lasagabaster dijo...

¿Eres la voz de la conciencia que me pregunta, mi conciencia?

Anónimo dijo...

lo soy