domingo, 27 de enero de 2008


La chusma en pie aplaudía lo acertado de la decisión: a ese loco hay que reeducarlo, hacerlo uno de los nuestros, marcarle la espalda con el látigo de la previsibilidad, que se alimente del líquido purulento que fluya de la heridas que nosotros le inflijamos, todo será por su bien y cuando crezca nos lo agradecerá porque lo hicimos por amor al Hombre, a la Familia y a la Sociedad.
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