viernes, 31 de octubre de 2008

Algo que sabía: si te gusta tienes que ser el primero en abandonar la habitación.

Saber que puedes llegar a acostarte con otra persona ya es saber demasiado.

También sabes que hay cosas que tu estómago palpitante no te autoriza.

Cuando escuchaba sonar la puerta de hierro de la casa de mis abuelos el corazón se me montaba aterrorizado sobre la garganta, y yo lo contenía de la mejor manera posible pensando que eran pequeñas fatalidades que tenían que ocurrirme porque sí. ¿Por qué? Porque sabía que era demasiado pequeño para preguntar por qué.

Sé que si su tono de voz hubiese sido otro, si hubiese sido mujer en vez de hombre, o más alto, o algún pequeño detalle de los que no se suelen ver yo no estaría aquí. Lo sé.

1 comentario:

Anónimo dijo...

vuelvo a tener ordenador!!