viernes, 10 de octubre de 2008

tijeras afiladas


Si una vez hubo una nalga mística, cuyo ideal abandonamos tiempo ha, y un grillo ascético, cuya máscara nos pusimos complacientes representando al cantor que canta porque sí, nos es necesario, se impone por fuerza, sacar a relucir a la tercera persona de esta Santísima Trinidad: las tijeras afiladas.

Las tijeras afiladas se componen de dos hojas, dos ojos, y un alma. El alma de las tijeras afiladas está en el punto de intersección de ambas hojas. El punto de intersección de unas tijeras es aquel lugar inhóspito al que todos queremos volver.

La tijera es ambigua, en sí, y por su decir. La prueba que demuestra su ser es que nadie sabe si decir "tijera" o "tijeras", sin son una o varias, o múltiples en una.

Todos los que conocen la precariedad del filo de una espada aman la doblez de las tijeras afiladas. En las tijeras afiladas las guerras son de otro tipo. Las trincheras se hacen de silencio. La frontera es un filo: ¡shhhhhhhhhhhh! Abanicos riesgosos.

La visión de unas tijeras es inversamente proporcional a la apertura de sus hojas. Ninguna tijera afilada, y ninguna tijera en general, es ni puede ser bizca. Mientras se abre y se cierra el alma permanece idéntica a sí misma.

Los más viejos, los que estuvieron siempre más cerca del costurero, es decir, los que retuvieron junto a sí celosamente la vaina de las espadas siempre, y lucharon en todas las no-guerras desatadas frente al espejo, sólo saben decir dos cosas: una, que el alma de las tijeras afiladas nunca fue afilada ni cortante ni nada por el estilo; otra, que existen libros que al ser rajados sangran. Se niegan a hablar más.

A veces, el alma de las tijeras afiladas se asemeja a otras cosas parecidas. Otras veces no. Las tijeras nunca serán nada concreto mientras hayan manos que se nieguen a manipularlas. Se asemejan al abanico, no a un diamante.

Las tijeras afiladas se abren y se cierran. Son y no son. Abanicos.

Las tijeras vulgares son palanca. Las tijeras afiladas, además, desean serlo. Y no desean serlo. Abanicos.

En resumen, el alma de las tijeras es lo que comúnmente se llama una fuerza de la naturaleza.

Por tanto, apunten siempre su intención hacia el lugar del alma de las tijeras afiladas. Si yerran el disparo o sus dedos les traicionan las tijeras afiladas no tendrán compasión de ustedes. Y los ojos serán testigos de su desengaño, y la vergüenza será infinita.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Volviste al punto de intersección de las tijeras?

Napoleón Lasagabaster dijo...

Si se refiere a la grand mort no, si se refiere a la petit mort tampoco.

¿Qué le sugiere el alma de una tijera? No vale decir que nada.