lunes, 29 de diciembre de 2008

La dueña de la casa

Cuando la dueña de la casa siente que está perdiendo el control (la mayoría de las veces) tiene la percepción de que las cosas han cambiado de sitio. Entonces empieza a recolocarlas obsesivamente, a ponerlas en su sitio (¡aunque esas cosas no sean suyas!), a limpiarlas, quitarles el polvo, lavarlas, fregarlas, volverlas a pintar, sacar y meter del lavavajillas, limpiar puertas y cristales con esmero fanático, etc. A veces creo, siguiendo esta lógica diabólica, que la señora dueña de la casa, cambió de domicilio, vendió su casa y pidió un préstamo para comprar con él otra más grande sólo porque asi su vida daría un giro fenomenal, sería otra, un nuevo comienzo maravilloso. Es decir, ¡todo el problema era el lugar de las cosas!. Pero lo único que consiguió fue que su percepción de ausencia de control se acentuase y empezara a comprar media docena de ceniceros para una casa donde ninguno de sus miembros fumaba, se obsesionara por el ruido de las puertas al cerrarse, la acondicionara del mejor modo para no defraudar a ninguna visita, desplegara un arsenal de ambientadores por toda su casa, etc.

Cuando la señora de la casa dice: "no des portazos", no está diciendo que le moleste ese portazo, en absoluto. Lo que realmente quiere expresar es su deseo histérico de dominio sobre todo lo que existe en el desgraciado habitáculo al que llama "casa". La puerta le importa una mierda. Decir a las claras que en su casa manda ella, y nada más que ella, también. Se puede ser hijode... pero antipático nunca.

P.D.: cuando en tu memoria a corto plazo no caben más de dos ideas simultáneamente, como es mi caso, las oraciones subordinadas son escasas y los errores gramaticales son los propios de un subnormal. Conste.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A todo el mundo nos gusta dominar...no la culpes.

Napoleón Lasagabaster dijo...

Hay modos de hacerlo.

Napoleón Lasagabaster dijo...

Hasta a los tontos les gusta que les hagan caso.