sábado, 27 de diciembre de 2008

Otro Robespierre. Otro amigo del progreso.

Esta mañana me ha despertado mi primito levantando el tono de la voz desde la cocina. Les preguntaba en voz alta a mis tías y a la dueña de la casa si creían en el Infierno y en el Paraíso. Tal paroxismo doctrinario creo que se debe a que de pequeño quedó traumatizado porque sus padres no le compraron nunca la Superpop (por la misma razón que creo se esfuerza en comprar siempre las zapatillas más baratas posibles porque sus padres nunca quisieron comprarles unas Reebok. Así afecta una humildad que no tendría de otro modo que no fuese no-comprándolas). Es un transgresor, se le nota.


¿Qué extraña conjunción tuvo que darse en todo el Universo para que lo que yo ya no soy fuese a parar entre esta manada?

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