martes, 16 de diciembre de 2008

Es que eso es lo que he hecho toda mi vida: saber qué tenía de mi padre y que tenía de mi madre. Por eso vuestro primito simpre fue tan raro, tan de colegio privado... (para vosotros los rasgos de carácter no depende de la propia mismidad sino que son reflejos del ambiente en el que se mueve cada uno ¡qué barbaridad!).

Los conflictos de la adolescencia ya empecé prematuramente a solventarlos desde muy niño. La fatuidad que vosotros os permitíais a los 18 yo ya la dejaba ver a los 10. Yo nunca he tenido el problema de repetir los mismo errores que mis padres pero de otra manera y diferente aspecto y por ello sentirme el mayor innovador del universo. Yo nunca he sido tan gilipollas (ni tan buena gente) ni tan acomplejado como vosotros.

"¿Y por qué no eres como tu hermana?"¡Y por qué no habéis sido vosotros como yo!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El que se juzga a si mismo no lo hace con objetividad...

Napoleón Lasagabaster dijo...

Quien juzga a los demás tampoco. Y esa palabra, objetividad, es de las más asquerosas, repugnantes que existen. Dígasela a otro, por favor.